-¡Nadir! -exclamaba una voz lejana. El niño llevó a Luna hacia una de las calles.
-Aqui esta -le dijo. Al final de la calle se podía distinguir una figura envuelta en una capa negra y detras había todo un ejercito de enmascarados que parecían seguirla. Luna retrocedió unos pasos.
-¿Por que no nos vamos de aquí?- Le dijo preocupada a Nadir.
-Aun no!- Dijo él mientras sujetaba a Luna por el brazo. -No sin ella.
La figura estaba más cerca que antes y solo entonces Luna comprendió lo que estaba pasando, la extraña encapuchada no guiaba a los enmascarados, estaba huyendo de ellos.
Después todo pasó muy rápido. La encapuchada agarro del brazo a Nadir y este a su vez agarró a Luna, los tres corrieron lo más deprisa que pudieron, si no iban los suficientemente rápido notaban como el suelo se hacía hielo y se resbalaban, pero no dejaban de correr.
Entraron en la casa de Nadir, bloquearon la puerta y se metieron por una trampilla que había en el suelo. Se escondieron en un pequeño cuarto de madera y esperaron en silencio. Un incomodo, adventicio y eterno silencio.
